domingo, 10 de octubre de 2010

Maradona y la política.

Recibí vía mail de un amigo, un artículo del diario El País de Madrid, sobre Maradona como símbolo del argentinismo. Una nación que cayó víctima de su propia leyenda y, con confianza desmedida, se durmió en los laureles, dejando la Argentina inconclusa de hoy. El artículo me lo reenviaron a través del diario La Nación. Más allá de la xenofilia de mi amigo, también característica fundamental de la prensa argentina de hoy y de ayer, que hace del "¿Cómo nos ven afuera?" una forma de interpretar la realidad, hay algo inquietante en ese artículo.
Inquietan la creencia en recetas mágicas, la falta de auto crítica, y el contraste con la realidad. Todo esto es cierto de Maradona. Pero lo preocupante no es que Maradona sea autocomplaciente. Lo que preocupa, lo que inquieta realmente, lo que me llevó a escribir estas líneas, es la tendencia a aceptar ese modelo mesiánico e ilusorio en el que se festeja todo, se critica nada, y se omite aquello que simplemente no gusta.
Y esta tendencia no se limita a la figura de Maradona. Por el contrario, es una característica muy propia de la idiosincrasia argentina. Pensemos en política. Pensemos en los Kirchner y su corte de revisionistas adictos. Pensemos en el Menemismo y una narcosis primermundista de 10 años. Pensemos en el Coronel y Evita. Hasta podemos arriesgarnos y pensar en Yrigoyen incluso.
Recientemente acompañé a un amigo a una reunión política del partido en el cual milita. El dato curioso de la tertulia, no fueron ni el proyecto político ni el plan de gestión. No. Tales nimiedades quedan al amparo de la improvisación. Nos preocuparemos cuando llegue el momento, dicen. Lo que acapara la atención, en estas reuniones, es la figura del candidato, su idoneidad y heroísmo. Su capacidad de ejercer un liderazgo fuerte y gobernar.
El problema es que Argentina no necesita de héroes. Ya tenemos muchos y están lejos en el pasado. Y los liderazgos fuertes ahogan la diversidad y reflotan maniqueísmos. Lo que se necesitan son ciudadanos y activistas que cimienten las bases de una estructura que sobreviva la caducidad de la figura. Necesitamos construir una democracia por encima de los personalismos. No al revés.
Acá el artículo sobre Maradona y la Argentina.